ALFONSO LÓPEZ GINESTAL

Psicólogo Sanitario en Madrid

Quizás me equivoque, pero creo que si estás aquí es porque estás harto de que el sufrimiento haya tomado el control de tu vida.

Es posible que ya tengas suficientes conocimientos de psicología y salud mental que habrás leído en libros, visto en medios de comunicación o en el bombardeo constante en redes sociales e internet.

Si quieres dejar la parte de información general para el final, puedes ir directo al grano:

¿POR QUÉ PSICOTERAPIA HUMANISTA?

Creo que los psicólogos os estamos engañado cuando nos ofertamos como especialistas en una escuela o patología concreta. Deberíamos ofrecer una mirada más integradora del ser humano que no esté fragmentada en áreas. Las personas somos lo suficientemente complejas como para reducirnos a un listado de síntomas o a una etiqueta diagnóstica.

La psicoterapia humanista ofrece una mirada que no excluye a otros modelos de psicología y se enfoca en entender de manera global a la persona que tiene delante.

Estas son sus principales características:

  • LA TERAPIA es un proceso para profundizar en tu autoconocimiento y comprensión de lo que te hace sufrir.
  • EL PACIENTE COMO EXPERTO: nadie sabe más de ti que tú mismo.
  • EL TERAPEUTA COMO ACOMPAÑANTE: yo soy quien debe amoldarse a ti y esforzarme por crear un lenguaje común.
  • LA RELACIÓN TERAPÉUTICA es un encuentro que ofrece una manera de escucharse distinta en un ambiente seguro y de respeto incondicional.
  • LAS EMOCIONES COMO GUÍA: son el mejor indicador para entender cómo y dónde nos estamos atascando.
  • LIBERTAD: reconoce con firmeza el derecho de cada persona a decidir cómo vivir su vida.

Escríbeme y tengamos una primera sesión breve a un precio asequible en la que me cuentes qué te sucede y puedas preguntarme cualquier duda que se te pase por la cabeza.

  • Desde un punto de vista PROFESIONAL te diré cómo veo tu situación, nos marcaremos unos objetivos y te explicaré como trabajaríamos en terapia.
  • Si quieres que empecemos a trabajar juntos y decides invertir tu tiempo y tu dinero en un proceso de terapia, te informaré de cómo abonar esa primera sesión y solo tendremos que cuadrar agendas.

SERVICIOS

Los seres humanos no venimos al mundo con un manual de instrucciones. Gran parte de este manual lo vamos construyendo sobre la marcha. Muchas veces la vida nos confronta con acontecimientos que no podemos elegir y que están cargados de un sufrimiento inevitable.

Por lo general, las personas tenemos capacidades y recursos suficientes para afrontar nuestro dolor, pero en ocasiones necesitamos ayuda para activarlos.

ANSIEDAD

La ansiedad es una manera un tanto brusca que tiene nuestro cuerpo de reaccionar ante uno o varios estímulos. Lo normal es que antes de que aparezca, nuestro cuerpo ya nos haya lanzado antes señales de que algo no va bien. Pero como no siempre sabemos interpretar o incluso percibir esas señales, el cuerpo nos lanza una señal potentísima de alarma de la que ya no podemos escapar: la ansiedad. Cuando aparece, sobre todo por primera vez, parece que da un vuelco entero a nuestra vida y nos impide hacer cosas que antes formaban parte incluso de nuestras más sencillas rutinas.

Cuando la ansiedad deja de ser algo puntual y ya ha pasado a convertirse en una compañera demasiado molesta, el primer pensamiento que se nos pasa por la cabeza es el de “quiero que mi vida vuelva a ser como antes”. Por eso la cosa no mejora, nuestro cuerpo ha recurrido a la ansiedad para decirnos que lo que hacíamos no le sentaba bien y nosotros lo que le ofrecemos es volver precisamente a lo mismo. Lo primero que necesita la ansiedad es pararse a escuchar con paciencia y asumir con humildad que tenemos que entender de qué puñetas nos está hablando y a partir de ahí ir trazando una hoja de ruta que nos permita comunicarnos con nuestro cuerpo de una manera más amable. Esto no significa que tú seas culpable de tu ansiedad, igual que unos padres no son culpables del llanto de su hijo, pero sí que tienen la responsabilidad de saber de dónde procede su llanto y cuál es la mejor manera de calmarlo. Comencemos a tratar a la ansiedad como si fuese un niño sin lenguaje, que no tiene otra manera de comunicarse que mediante el llanto. Estoy seguro de que no le hablarías a un niño como te hablas a ti mismo cuando tienes ansiedad. Partamos de aquí, empecemos a afinar el oído para escuchar y entender lo que nos está gritando la ansiedad y veamos si algo cambia…

DUELO

Es más frecuente de lo que te piensas estancarse en un proceso de duelo. Lejos de prepararnos, muchas veces hemos mirado (o nos han invitado a mirar) para otro lado cuando la vida nos enfrenta a la cruda realidad de la pérdida. Cuando es demasiado real como para poder evitarla y no nos queda más remido que mirarla de cara, lo más esperable es que nos abrume, por no decir que en ocasiones sentimos hasta que nos desgarra.

Te reafirmo lo primero de lo que seguramente ya te hayas dado cuenta: hay pérdidas que no olvidaremos nunca y que cuando las visitemos todavía nos producirán algo de dolor. Pero, aunque ahora mismo no te lo creas, el cuerpo humano está preparado para aprender a convivir con ese dolor y a hacerlo manejable.

Lo normal cuando tenemos una pérdida importante o significativa es que nos duela. Es más, lo sano es que nos duela (al principio mucho). Solo después de un tiempo, el alivio irá llegando cuando podamos expresar de la mejor manera posible ese dolor. Esto requiere sobre todo de dos ingredientes principales: una mirada amable hacia nosotros mismos y mucha, pero que mucha, paciencia.

Intenta preguntarte con humildad cómo realizas este proceso: ¿Lo primero que haces cada mañana es decirte con un tono no especialmente agradable que ya llevas mucho tiempo, quizás años, arrastrando este dolor? ¿te miras con cansancio o amargura cuando rompes a llorar?

Si nada de esto te remueve, quizás ya tengamos una parte importante del camino ganada. Pero si por el contario sientes que tus emociones (angustia, tristeza, culpa, ira, soledad) hacen que te desesperes contigo mismo, quizás haya llegado el momento de pedir ayuda.

DEPRESIÓN

La depresión es de las señales más violentas de ruptura que tiene nuestro cuerpo, es como si nos estuviese haciendo un corte de mangas y expresando mediante la tristeza o el más tremendo de los enfados que nos manda a paseo, que ya nada merece la pena. En ocasiones se confunde con la ansiedad y es cierto que la ansiedad sostenida en el tiempo puede desembocar en una depresión. Quizás la diferencia principal es que la ansiedad es como nuestro cuerpo pegándonos una paliza para intentarnos hacer reaccionar y la depresión sea más bien una manifestación de que ya se ha rendido. Aún en esos momentos de derrota el cuerpo tiene un último recurso guardado bajo la manga: apagarse. Por eso cuando una persona está deprimida se siente como se hubiese apagado. Es un recurso que en última estancia tiene su lógica: “antes de seguir sufriendo, prefiero desconectarme”.

Si ya has llegado a esta situación, estás realmente jodido. Tú lo sabes y yo no te voy a engañar diciendo que no pasa nada o que saldrás de ahí mintiéndote a la cara, restándole importancia o diciéndote mensajes bonitos sin ton ni son en un inútil esfuerzo por animarte. Sin embargo, en primera estancia puedo ayudarte a escuchar con respeto eso que tanto te ha hecho sufrir y que te ha llevado hasta una situación tan extrema. Déjame que te acompañe a llorar lo que debe ser bien llorado (que estoy seguro de que es mucho, aunque ya te hayas llamado llorica más veces de lo que un ser humano es capaz de aguantar). Si conseguimos solo esto, quizás tu cuerpo, la depresión o como lo quieras llamar, acepte concedernos una oportunidad más.

PAREJA

Creo que los psicólogos tenemos la inmensa suerte de que se ha conseguido quitar el estigma de ir a terapia. Las frases que mejor lo resumen son: “Al psicólogo no va quien tiene problemas. Problemas tenemos todos. Al psicólogo va el que quiere solucionarlos”. Desgraciadamente no sucede lo mismo cuando el motivo de consulta es tener problemas con tu pareja. Hoy en día parece estar de moda decir en público “yo voy al psicólogo”, pero cuando llega el momento de decir “voy al psicólogo con mi pareja”, se nos empiezan a caer las vergüenzas. Por muy ridículos que sean, los estigmas tienen demasiada fuerza a la hora de tomar determinadas decisiones. Por esto, entre otros motivos, muchas parejas acuden a terapia cuando prácticamente ya han tirado la toalla, como último recurso. Cualquiera que haya estado en una relación sabe que ninguna está exenta de conflictos. Pero al igual que nos sucede como individuos, cada pareja decide como quiere cuidar su relación cuando los problemas aparecen. De modo que, si tenéis problemas que no conseguís solucionar solos y necesitáis ayuda, ya solo tenéis que decidir cuándo queréis quitaros el estigma.

MANEJO EMOCIONAL

Las emociones no forman parte de nosotros por casualidad. Pueden ser una guía muy potente para saber qué nos pasa y movilizarnos a ponerle solución. Al igual que no solemos cuestionar el sentido y la utilidad de las emociones agradables, deberíamos hacer lo mismo con aquellas desagradables, como el miedo, el enfado o la tristeza. Evitarlas o huir de ellas puede resultar una estrategia aparentemente útil a corto plazo, pero lo más probable es que a la larga vuelvan a aparecer. A nadie se le ocurriría eliminar de un coche el piloto de que la gasolina se está acabando, aunque ello implique parar a repostar y rascarnos el bolsillo. Pues lo mismo pasa con nuestras emociones, todas nos están indicando algo. Si le dedicamos el tiempo necesario para entenderlas, se acaban convirtiendo en la más útil de las brújulas internas que uno puede desarrollar.

EXISTENCIAL

No siempre es así, pero solemos acudir a terapia cuando ya estamos dispuestos a realizar un cambio en nuestra vida. Independientemente del motivo, creo firmemente que los cambios que más se consolidan y se asientan en nosotros mismos son aquellos que nos hacen preguntarnos realmente por el sentido de nuestra vida, de lo que hacemos, de las decisiones que tomamos.

La psicoterapia existencial conlleva la difícil tarea de mirarnos al espejo a solas, donde nos alejamos de las excusas que nos ponemos para no escucharnos y reunimos el valor para replantearnos incluso algunos de los valores y principios que creíamos importantes.

¿Cuándo puede tener sentido para ti este tipo de terapia?

Cuando te has dado cuenta que no podemos controlar todo lo que nos pasa. Cuando estás dispuesto a ahondar sobre la capacidad que tenemos para decidir qué tipo de persona queremos ser.

Cuando te inquietan temas como la muerte, la libertad, el sentido de la vida, el aislamiento, la voluntad, la responsabilidad etc.

En definitiva, cuando te planteas por las preguntas más trascendentales de la vida ¿QUIÉN SOY YO? ¿EN QUÉ ME HE CONVERTIDO? ¿EN QUIÉN ME QUIERO CONVERTIR EL TIEMPO QUE ME QUEDE?

SOBRE MÍ

«LA LLAMADA»

No sería honesto si te dijera que recuerdo perfectamente el momento en el que decidí convertirme en psicólogo. Vamos, que nunca sentí “la llamada” como tal.

Cuando me paro a pensarlo tiendo a atribuirle gran parte del mérito al haberme criado junto a mi tío, que tenía Síndrome de Down. Es cierto que gracias a él aprendí la sensibilidad que emana de lo que en apariencia resulta diferente. También a escuchar con paciencia (literalmente, pues a veces no se le entendía muy bien) la riqueza que esconden las palabras de las personas que tenemos delante.

Pero también han influido mucho los golpes que me he dado o que me han dado a lo largo de la vida. Este no es lugar para exponerlos, pero lo que sí que te diré es que, salvo alguna excepción, la mayoría de esos golpes venían de la mano de acontecimientos que le pueden pasar a cualquiera.

Supongo que así es como empezó a interesarme la psicología, por tener la piel quizás demasiado fina y no tener más remedio que elaborar mi sufrimiento.

Todo esto me ha convertido en lo que soy y aunque hoy esté orgulloso de ello, creo que sería un cínico si no dijera que me hubiese gustado ahorrarle alguno de esos mandobles a mi yo del pasado.

De modo que por eso soy psicólogo, primero porque me interesó y segundo porque me di cuenta de que merecía la pena poner lo que voy aprendiendo al servicio de los demás.

Mi CV

Creo que lo más importante de mi formación como psicólogo es que he pasado por la silla del paciente en diferentes ocasiones, con distintos psicólogos y psicólogas que trabajan desde diferentes modelos. Como supongo que le pasa a toda persona que va por primera vez al psicólogo, en un primer momento acudí lleno de angustia, por necesidad. Después he vuelto en otras ocasiones para ampliar mi formación. Ten en cuenta que la herramienta con la que trabajamos los psicólogos somos nosotros mismos y conviene que estemos afinados.

Y ahora la parte académica:

Primero me gradué como Educador Social, especializándome en intervención y mediación con colectivos en dificultad social.

Mientras trabajaba como educador en diferentes ámbitos con personas con discapacidad intelectual, hice el grado en Psicología y el máster habilitante en Psicología General Sanitaria. Esto me permitió formarme en las principales escuelas de psicología (sistémica, psicodinámica, cognitivo-conductual y humanista) y finalmente hice la especialización con el máster en Psicoterapia Humanista Experiencial y Psicoterapia Focalizada en la Emoción.

Desde entonces atiendo en mi consulta a diferentes personas que buscan hacer psicoterapia.

TU ESPACIO

C/ Hermosilla 93 1º izda

Madrid

CONTACTO

Tienes tres formas distintas de ponerte en contacto conmigo:

  • Escríbeme un email (esta es la vía más rápida): alfonsojlconsulta@gmail.com
  • Mándame un WhatsApp: 617 92 29 07
  • Rellena el siguiente formulario:

    TARIFAS

    Primera Sesión

    20 €
    • 30 minutos

    Sesión individual

    60€/sesión
    • 50 minutos

    Sesiones de pareja

    100€/sesión
    • 80 minutos